Casa Guangualí es un lugar de ensueño en el Valle de Quilimarí. Cinco hermosas cabañas, cocina saludable, y meditación. Un descanso para el alma.
Primero, está el valle del Quilimarí, a 200 kilómetros al norte de Santiago, entre Pichidangui y Los Vilos. Y luego, al adentrarse en el valle, está Guangualí, un lugar sagrado rodeado de montañas, minas de poderoso cuarzo y minerales mágicos, bosques nativos, playas agrestes, cactus, casas de madera coloridas y un cielo celeste, despejado y lleno de estrellas que parecieran estar al alcance de la mano.
Allí construí Casa Guangualí para mí y mi familia hace muchos años. Pero poco a poco el lugar fue creciendo: empezaron a llegar los amigos de mis hijos, los amigos de mis amigos, todos buscando un lugar de desconexión y a la vez, de encuentro. Por eso decidí abrir Casa Guangualí para viajeros que buscan un refugio en la naturaleza, un espacio donde desconectarse del mundo y conectar con su espíritu, un lugar donde sanar.
En Casa Guangualí hay varios rincones donde quienes vienen, pueden sentarse a descansar al aire libre o contemplar el paisaje. Hay tinas de agua caliente a la intemperie, baños de vapor, camas de cuarzo para alinear la energía del cuerpo, una piscina para refrescarse del calor del verano, una sala de masajes, ángeles, budas, vírgenes y santos protectores en casa esquina, comida de campo sana y deliciosa, un huerto orgánico y medicinal, una sala de meditación donde respirar, revisar el mensaje de las cartas de los ángeles, y reencontrarnos con nosotros mismos cada atardecer.
El silencio puede escucharse en este lugar. Y de alguna manera ese silencio junto con todos los rincones mágicos del valle y de la Casa, sanan desde adentro hacia afuera a quienes llegan hasta aquí.
Quiero ofrecerles mi hogar, Casa Guangualí, como un refugio donde siempre serán recibidos con el corazón y los brazos abiertos.
María Alicia Haeussler
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